Editorial
Todo con D
Foto de Rómulo Polo
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Arquitectura
La solidez del mundo, las instituciones o las ideas es pretensión de quienes se benefician de un statu quo, pero la realidad, como los sistemas y conceptos son dinámicos, con inercias propias o por condiciones imprevisibles o de difícil control

Diacronía. Al mundo semi-descolonizado el Diseño llega tarde, como efecto colateral de la influencia cultural y las transferencias tecnológicas y los modelos económicos, por lo general dependientes. A Colombia, principalmente como ´ñapa no pedida´ dentro del programa artesanal dirigido al sector campesino que originó a Artesanías de Colombia (1963-64), traído por la ´Alianza para el Progreso´ (Kennedy, 1962 en adelante), no como política de nuestro Gobierno, sino como instrumentalidad funcional ya adoptada en estos proyectos de la AID (hoy USAID), y experimentada en Japón y Formosa (hoy Taiwan) dentro de programas de asistencia norteamericana en la 2a. posguerra. Coincide, sí, con la política en ciernes de diversificación de exportaciones (C. Lleras, 1966-70) y el débil proceso de fomento industrial de sentido autonomista (CEPAL) que en los sesentas prometía impulsar la producción fabril; dentro de aquellos, los protocolos exigidos por los organismos de la ONU (UNIDO, UNCTAD-GATT, UNESCO, OIT, ya en los sesentas cooptados por el ICSID) incorporaban actividades de Diseño; aquí, a través de PROEXPO (hoy, ProColombia), impulsaron algunas, pero no un programa estructurado. A la par, vinieron multitud de misiones de expertos internacionales en Diseño que consumían los escasos recursos aportados por esas agencias y el gobierno, con resultados vagos o carentes de continuidad.

Pero ni los planes de desarrollo (DNP) ni los mecanismos de fomento e investigación (IFI, CFP, IIT, Centa-ICA, p. e., ya fenecidos) de la época (1970-80 o posteriores) asimilaron el sentido y valor del Diseño ni sus recursos permearon las propuestas en este sentido. Colciencias alcanzó a formular un 1er. Plan Nacional de Diseño (1987), ahogado por inconsciencia de las entidades académicas y la desidia del gremio profesional (ACD). El M. de Desarrollo (hoy de Comercio, Turismo e Industria) expidió la discutible ley 157/94 (E.Samper), reglamentando del D. Industrial, pero no las otras ramas profesionales, e incorporó una propuesta de Sistema Nacional de Diseño (UN,1994-5); ambas ideas quedaron truncas, sin recursos ni infraestructura en las últimas 3 décadas; la ley queda como un impuesto oneroso para los graduados. Curiosamente los diversos CONPES sobre calidad, productividad, innovación, entre otros que posibilitarían actividades de Diseño, lo ignoran olímpicamente pero usan confusamente el término, no su contenido, que los podría dinamizar y viabilizar en beneficio de muchos sectores del país.

Distopía. A pesar de casi 50 años de parcial o fallida institucionalización estatal, la importancia y rol del Diseño aún no se asimilan ni promueven en el sector industrial (por tradición negado a la innovación propia y proclive a adquirir tecnologías y copiar modelos ´probados´) pero si tempranamente captada por las universidades, con miras a ampliar su oferta formativa. Ello explica en buena parte la expansión de la oferta académica que pasa de 4 programas (en Medellín, UPB; en Bogotá, UJTL, UJ, UN, en la década del 70) a más de 50 para finales de siglo, y progresivamente muchos otros en todo el país, hasta nuestros días.

En ese contexto, con avances dispares, el diverso desarrollo del Diseño se debe ante todo a la expansión académica, en algún grado a experiencias e iniciativas dispersas de cámaras de comercio e instituciones como el SENA y a esfuerzos particulares de difusión, como Proyecto Diseño, Axxis, Habitar, entre otros. Sin desconocer casos de logros individuales de empresas y universidades en general, la dispersa actividad profesional ha girado sobre los discursos academicistas, desconectada de los sectores productivos, siguiendo modas internacionales, con poco o nulo encaje con nuestras realidades y las necesidades de la sociedad. Un logro significativo ha sido la RAD (2005), agremiación de 2o. piso que ha consolidado su institucionalidad desarrollando actividades y consensos para cerca de 50 programas formativos e incidiendo en la formulación de normas para el sector. El fortalecimiento de esos programas académicos se explica en alto grado a partir de la creación del CNA (1990) que generó procesos de acreditación serios que han permitido que cerca de 15 de ellos hayan alcanzado niveles de alta calidad. A su vez, los progresos desarrollados por el sistema de investigación desde hace mas de 20 años ha constituido un reto para crear y formalizar líneas y grupos de investigación, con el reciente logro de la inserción de las actividades creativas como un aspecto fundamental del sistema.

Distorsión. Paradójicamente, en sentido inverso al decrecimiento industrial, el aumento exponencial de diseñadores no corresponde a la realidad de la escasa conciencia entre empresarios y lideres políticos y sociales ni a la tradicional baja demanda de servicios que, en especial fue dinamitada por la improvisada ´apertura´ (C.Gaviria, 1990) y la agresiva globalización que --sin ahondar en la violencia endémica ni en la corrupción generalizada-- nos retrotrajo a la economía extractivista, la dependencia importadora, la irregularidad laboral y al precariado. Sobreaguan, por la inercia de las tendencias comerciales y las tecnologías informáticas hoy dominantes, las ramas del Diseño con medios digitales, ahora diversificadas. De los sueños setenteros de un país industrializado y una sociedad más justa, donde a creatividad de los diseñadores ayudara a crear y agregar valor, diferenciar y posicionar productos y servicios, mejorar las condiciones y la calidad de vida para toda nuestra sociedad, pasamos lenta y progresivamente al rebusque, a la intervención a veces abusiva de las producciones populares y tradicionales, a la exploración teórica de supuestos ejercicios desde otras disciplinas y saberes --mercadeo, gestión, ciencias sociales, lingüística, etc.--, al ´empresarismo´ y la ´todería´.

Dilución. Es legítimo el derecho a buscar nuevas opciones, pero es absurdo hacerlo siempre como si fuesen expresiones de Diseño, cuando apenas alcanzan el nivel de juegos de palabras o especulaciones, que debilitan el sentido profundo de la disciplina y su imaginarios sociales, y desde ello, destruyendo las oportunidades que le corresponden como herramienta del desarrollo social, económico y cultural. Los conocimientos y los talentos no son rígidos, pero se desarrollan y expanden desde su naturaleza por el influjo de las condiciones del contexto. El Diseño, en esencia, depende del entorno productivo. La iniciativa, la creatividad, el talento pueden descubrir las oportunidades dentro de condiciones restrictivas y ayudar a superarlas. Pero no puede quedarse en eufemismos y distorsiones semánticas, una especie de fugas conceptuales que no dan respuestas sino confusión y dilución.

Decía A. B. Girardy (UJ, 1969-70; Artesanías de Colombia,1963-65) que “… los colombianos son muy creativos… con las palabras”. Creo que tenía razón profética: ante las dificultades para recrear nuestro entorno material, hemos decidido optar por crear muchos y muy personales mundos ideales, desde nuestro talento semántico para redefinir lo que no podemos ejercer. Ello corresponde a un país donde la incompetencia y / o el interés ilegítimo de los dirigentes se disfrazan con palabrería. Cuando las instituciones o programas fracasan les cambian de nombre, pero todo sigue igual.

En el Diseño, que por su naturaleza puede sobrevivir y realizarse, sucede lo opuesto; ante las dificultados lo vamos redefiniendo, de modo que hoy todo es diseño, aunque no sea Diseño. Volvamos a él.