Foto de Nicolás Ulloa Caicedo
Profesión
Comunicación social
El encuentro de la RAD: Perspectivas Curriculares del siglo XXI socializó apuestas de formación implementadas en academias en diseño y, dialogó y debatió sobre las exigencias y retos que debe enfrentar el diseño frente a los cambios sociales, políticos, económicos y culturales que está experimentando el mundo. Se podrían plantear 3 grandes categorías: lo social, económico y político; los perjuicios al medioambiente; y los cambios culturales de las mediaciones y nuevas tecnologías.

El siglo XXI: Un mundo de cambios.
La RAD concuerda con la idea de que están ocurriendo cambios a nivel mundial sin precedentes que suponen una serie de respuestas y pronunciamientos desde las academias del diseño colombianas. En primer lugar, antes de abordar los retos y preguntas que se enfrenta el diseño en este momento histórico, resulta importante enunciar las tres categorías antes propuestas y el panorama general que estas mismas suscitan. En cuanto a la primera categoría, hay cuatro puntos a tratar. El primero, hace referencia a un hito que marcó en materia económica la primera década del siglo XXI: la crisis económica del 2008 que golpeó, en primera instancia a la economía estadounidense y a las viejas economías europeas, y que anuncia un cambio en las dinámicas económicas a nivel mundial. Ello se revela en sus causas: la desindustrialización de los países del Norte y la mejora tecnológica de los instrumentos y procedimientos de producción; el aumento de técnicos y profesionales, que se tradujo posteriormente en el aumento de desempleados, y el alto grado de financiarización de dichas economías (Gutiérrez Rodríguez, 2013). Este hecho aumenta la desigualdad entre la producción de los países capitalistas periféricos y capitalistas centrales, así como la dependencia de los primeros a estos últimos. En consecuencia, esto puso en evidencia la importancia y la inestabilidad del sistema financiero, así como su superioridad sobre las políticas económicas nacionales. Factor que comprende el segundo punto.

Del tercer punto se debe resaltar que a partir de la mitad de la década del 10 del siglo XXI, tanto en el mundo se empieza a avizorar un patrón cada vez más claro de tecnocratización y derechización de los gobiernos. A esto se debe sumar el autoritarismo generalizado en los gobiernos que se postulan a sí mismos de izquierda. Por último, se debe añadir la precarización laboral. Como bien lo dice el geógrafo inglés David Harvey (2016), las condiciones laborales a nivel mundial están cada vez más cerca a parecerse a las del siglo XIX. Estas dos últimas observaciones se pueden resumir en lo que Boaventura de Sousa llama fascismo social. Este concepto rinde cuenta de cómo las sociedades se tornan cada vez más autoritarias, existen cada vez menos garantías de derechos básicos para la población en pro de las lógicas del mercado (Sousa, 2009). Por otro lado, el Estado aparentemente democrático, sacrifica las bases de la democracia liberal y se torna en un ente policivo que hace cumplir las leyes del mercado aunque esto implique violar los derechos de la ciudadanía.

La categoría referente al perjuicio medioambiental aborda una problemática muy grave puesto que la agudización de la contradicción capital medioambiente supone una amenaza de destrucción del medio natural en el que la especie humana misma. Como dice Carlos Taibo (2016) respecto de las repercusiones producto del cambio climático, citando a Barry Brook: “los pronósticos pesimistas han ido ganando terreno a medida que pasaba el tiempo. ‘Estamos observando’, afirma Barry Brook, ‘cómo hechos previstos para finales del siglo XXI se están produciendo ya’” (p.54). Taibo identifica dos factores centrales que amenazan con acabar la vida como se conoce hoy día: el cambio climático y el agotamiento de materias primas energéticas. La depredación del medioambiente crece exponencialmente. En cuanto al segundo factor, cita un estudio (…) “de no contar hoy con el petróleo, el carbón y el gas natural, (…) un 67% de la población planetaria perecería” (Taibo, 2016, p.65). Estas cifras producto de un estado del arte elaborado por Taibo ilustran la emergencia sobre el cuidado del medioambiente y la naturaleza, el cual suscita una discusión política acerca del modelo económico y su viabilidad: ¿es factible continuar con el modelo económico actual y salvar el planeta tierra y la especie humana?

La última categoría, abarca unos puntos un tanto heterogéneos. Primero está el cambio cognitivo y de percepción del mundo que ha conducido el desarrollo tecnológico: hay nuevas formas de aprender y de relacionarse con los objetos y con los otros en sociedad, lo cual implica nuevas estrategias de enseñanza difícil de alcanzar debido a la brecha generacional. Además, en los países del Sur se debe incluir las fronteras entre la vida urbana y rural y cómo en cada uno de estos entornos los grupos sociales se configuran a partir de esquemas cognitivos distintos que, asimismo, suponen hibridaciones culturales complejas. Aparecen formas de sentir y concebir el mundo distintas que van de la mano de aptitudes y sensibilidades heterogéneas que incluyen variables de género, clase, raza, etnia, etc.; así como otros componentes no determinados. De ahí las nuevas teorías del aprendizaje con enfoques de género, o que abogan por tener en cuenta la interculturalidad como un componente central en los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como el surgimiento de teorías como la de las inteligencias múltiples del psicólogo Howard Gardner. Estos nuevos abordajes buscan dar respuesta a las demandas de las realidades socioculturales a lo largo y ancho del globo de manera contextualizada.

A lo anterior se le suma las discusiones epistemológicas y acerca de las fronteras disciplinares que han sido producto de los fenómenos mencionados con anterioridad: ¿Cómo darle reconocimiento a la alteridad cultural en los procesos de enseñanza y aprendizaje? ¿En qué medida las ciencias deben abrirse a saberes no científicos y hasta qué punto el debate acerca de las fronteras disciplinares se torna en una disputa cultural por la hegemonía del conocimiento? ¿Cómo incluir el compromiso por el cuidado del medioambiente en los currículos y en la formación profesional? Si un mundo complejo implica la reconfiguración del conocimiento y sus estructuras disciplinares, ¿Cuáles son las nuevas alternativas paradigmáticas? ¿Qué ocurre con los límites entre prácticas y conocimientos? Y, en este sentido, ¿el nuevo mandato de las ciencias debe optar por disolver los viejos linderos del conocimiento científico de una vez por todas o, más bien, debe reconstituir nuevos límites? Estas son algunas de las preguntas que se asoman entre el horizonte de las ciencias y la legitimidad de su conocimiento. A raíz de ello, surgen nuevas propuestas como el paradigma de la complejidad propuesto por autores como Ilia Prigogine y, luego, Edgar Morin; asimismo, a la voz de autoras como Catherine Walsh aparece la propuesta de las pedagogías decoloniales o la noción de la sociedad en transición de Arturo Escobar.